Skip to main content
Menu Menu Close
Asia and the Pacific
Western Asia
Guest blog

Entrevista con la Dra. Dinorah Azpuru sobre el estado de la democracia en América Latina

Los Índices sobre el Estado Global de la Democracia de IDEA Internacional muestran poco crecimiento democrático en América Latina. En un periodo de cinco años, más países han experimentado retrocesos estadísticamente significativos en nuestras mediciones de la democracia, que el número de países con mejoras. IDEA Internacional entrevistó a la Dra. Dinorah Azpuru, Profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de Wichita (Kansas, Estados Unidos) para conocer su opinión sobre la data más reciente.

¿Cómo explicaría el retroceso general en el desempeño democrático en la región, luego de períodos de crecimiento y consolidación?

Si bien los datos muestran una disminución, todavía muchos países continúan celebrando elecciones libres y su democracia no está necesariamente decayendo. Es importante prestar atención al tipo de régimen en cada país, conforme a la clasificación que utilizan algunas instituciones académicas, para hacer una buena valoración.

Dado que la mayoría de los países latinoamericanos son considerados democracias electorales (algunos con sistemas democráticos más desarrollados que otros), es importante profundizar en lo que esto significa. Estos son países donde, por lo general, se llevan a cabo elecciones libres y competitivas, y donde existen libertades básicas, pero tienen serios problemas relacionados con el estado de derecho, la independencia judicial y los pesos y contrapesos (que son características de las democracias liberales). El estado de derecho ha sido el “talón de Aquiles” de la democracia en América Latina.

Algunas democracias electorales han experimentado cierto descenso en su desempeño, si consideramos los índices de IDEA Internacional. Esta disminución no está necesariamente relacionada con el mal manejo de las elecciones, sino sucede porque ciertos líderes electos implementan acciones antidemocráticas. Es el caso de países con muchos presidentes populistas. Acabo de publicar un libro llamado Explicando el apoyo al populismo en América Latina contemporánea, en el cual analizo por qué los votantes han apoyado el populismo en la región durante los últimos 25 años: Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela (los dos últimos casos antes de convertirse en regímenes autoritarios), y más recientemente México, El Salvador y Brasil. Aclaro que ser populista no significa necesariamente ser autoritario, pero la mayoría de los presidentes populistas latinoamericanos han tomado muchas medidas para debilitar la democracia y fortalecerse personalmente. Ellos han cooptado instituciones, desacreditado y limitado el papel de los medios de comunicación críticos, atacado verbalmente y perseguido judicialmente a personas de la sociedad civil, la academia y otros sectores. Sin embargo, los votantes los han apoyado y reelegido varias veces.

De acuerdo con la ciencia política, los populistas son aquellos líderes políticos que critican a las élites políticas y económicas y se presentan como redentores y únicos “representantes del pueblo”. El líder populista ataca la democracia representativa como se concibe en las ciencia política y trata de suplantarla con una supuesta democracia en la que él es el único representante real. Asimismo, el populismo es un fenómeno tanto de derecha como de izquierda.

Varios problemas en las democracias electorales han surgido en parte por la elección de líderes con tendencias autoritarias. En algunos países, los votantes han elegido a personas que, cuando llegan al poder, se comportan antidemocráticamente. No obstante, la ciudadanía los apoya. Por tanto, el problema no solamente radica en las instituciones o en los líderes electos, sino también en el comportamiento ciudadano.  En mi libro encontré que, en algunos países, la pérdida de confianza en la democracia llevó a muchos ciudadanos a votar por un presidente populista por primera vez.

¿Cuáles son los principales retos que han llevado a la ciudadanía en la región a cuestionar la democracia como la mejor forma de gobierno?

La caída en el apoyo a la democracia es un fenómeno mundial. Gobiernos autoritarios, incluso muy autoritarios como China o Rusia, la han cuestionado o han intentado redefinir lo que es una verdadera democracia, llamándose democracias y diciendo que la democracia no es lo que sucede en Europa Occidental, por ejemplo. Ese discurso, de que el autoritarismo puede ser una opción, lamentablemente ha ido ganando terreno entre los políticos con tendencias autoritarias. Muchos latinoamericanos, quizás por la influencia de las redes sociales, la debilidad de la cultura democrática, y la influencia de países como China en la región, creen que esta distorsión del concepto de democracia es aceptable, o que el autoritarismo puede no ser tan malo. Pero la realidad muestra lo contrario: los regímenes autoritarios son nocivos en todo sentido.

También hay muchos desafíos internos como la corrupción. Según el análisis estadístico que realicé para mi libro, una de las principales razones por las que la gente vota por líderes populistas (y aprueba su desempeño gubernamental) es la percepción de que no son corruptos (o que son menos corruptos). Esto no es cierto, pero los populistas logran crear un vínculo con la gente, que acaba creyéndoles todo lo que dicen. Mientras tanto, los partidos y políticos tradicionales generalmente son vistos como muy corruptos. Independientemente del populismo, siempre he dicho que la corrupción es el cáncer de la democracia en América Latina; como el estado de derecho es débil en la región, los corruptos rara vez enfrentan consecuencias. La corrupción se ha convertido en un “modus vivendi” para muchos políticos y esto impacta la opinión pública, provocando que los parlamentos y partidos políticos tengan niveles muy bajos de credibilidad y confianza.

Otro gran desafío es que, después de 40 años de democracia, todavía hay mucha pobreza. Hay causas estructurales, pero también se debe en parte a la ineficiencia e ineficacia de los gobiernos. La gobernanza, es decir, el buen desempeño, es esencial para la democracia. La gente evalúa el desempeño en aspectos como las obras públicas (si las carreteras están en buenas condiciones), la economía (si hay empleos y programas de ayuda) y la seguridad. En estos temas el balance en Latinoamérica es negativo.

Los populistas usan el desempeño deficiente de los gobiernos democráticos a su favor, con estrategias de comunicación superiores a las de los partidos tradicionales. En todos los países que analicé en mi libro, la gente que apoya a lideres populistas exhibe niveles más altos de satisfacción con la democracia que en otros países. Existe una correlación lineal muy clara entre la aprobación del presidente populista y la satisfacción con la democracia. Su buen manejo de las redes sociales hace que la gente se sienta representada. En ciencia política, existe una medida que llamamos eficacia externa. Se le pregunta a la gente: "¿Cree que el gobierno comprende a la gente como usted?" Y con los gobiernos populistas la gente suele decir que sí, porque esa es la idea que transmiten: “Yo soy quien te puede defender, yo soy quien va a hacer las cosas que necesitas, yo te represento”. O incluso, como decía Hugo Chávez, “yo soy el pueblo”.

Finalmente, otro fenómeno que ha influido en la erosión de la democracia en muchos países es la polarización. Las redes sociales y sus algoritmos hacen que las personas vivan dentro de sus propias cámaras de eco y no estén expuestas a otros puntos de vista.  Pocas veces un ciudadano conoce en profundidad lo que otros grupos dicen o piensan, aumentando la polarización. Para la democracia, la polarización no es buena y los populistas la explotan para su conveniencia.

¿Cuál es su interpretación de los retrocesos que observamos en América Latina en los factores relacionados con Representación (Gobierno Electo, Elecciones Creíbles, Parlamento Eficaz y Partidos Políticos Libres)?

Al ver el mapa interactivo de IDEA Internacional para América Latina, observo que, en general, los países tienen un mejor desempeño en la categoría de Representación (y en la de Participación) que en otras categorías. Las excepciones son Cuba, Nicaragua y Venezuela, cuyo puntaje ronda el 0,25.  En Nicaragua el deterioro de Representación ha sido grave. Nicaragua se ha convertido en una dictadura y las últimas elecciones no tuvieron sentido porque sacaron del país a todos los verdaderos opositores. En Venezuela, Maduro está tomando medidas similares a las de Ortega en Nicaragua al no reconocer la victoria de la oposición en las elecciones de julio de este año.

Incluso en países con elecciones libres, hay una tendencia a confiar menos en las elecciones, como se ve en encuestas académicas realizadas en Latinoamérica.  Parte de la culpa recae, como mencioné antes, en el papel de las redes sociales y la narrativa populista contra los políticos tradicionales. Esto impacta en la percepción de la población de que los parlamentos son inefectivos y corruptos, como afirman algunos populistas, y afecta la credibilidad de las elecciones, pero, en mi opinión, no es la categoría más preocupante. El Estado de Derecho, por el contrario, es el punto débil en la región. En mi opinión, la cooptación de las instituciones por parte de políticos con tendencias autoritarias y la aplicación impredecible de las leyes son áreas en las que debemos centrarnos.

 

Nota: esta entrevista ha sido editada por razones de extensión y claridad.

Las opiniones expresadas en este comentario son las de su autora y no necesariamente representan la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

About the author

Dr. Dinorah Azpuru
Profesora de Ciencias Políticas en Wichita State University (Kansas, Estados Unidos)
La Dra. Dinorah Azpuru es Profesora de ciencia política en la universidad estatal Wichita State en Estados Unidos. Sus áreas de investigación se enfocan en política latinoamericana, particularmente en los campos de opinión pública, democracia, ayuda a la democracia, y relaciones Estados Unidos-América Latina.