Von der Leyen debería convertir la democracia en la piedra angular de la agenda de seguridad de la UE
Este artículo fue publicado por primera vez como una contribución invitada en la revista de políticas en línea 'Critical Thinking' de Friends of Europe.
Por Sam van der Staak, Director para Europa del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA)
El 'Escudo Europeo de la Democracia' de la Presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, ha sido uno de sus pocos anuncios de políticas nuevos de su campaña de reelección. En la campaña electoral en Dinamarca esta primavera, la Presidenta de la Comisión mencionó que su iniciativa reforzaría las capacidades de la UE para luchar contra la influencia extranjera. Anunció mayores esfuerzos para contrarrestar la desinformación extranjera, los ciberataques y la financiación externa mediante la creación de resiliencia social y una mejor aplicación de las normas digitales.
La elección de un nombre inspirado en la seguridad para sus planes de democracia, Escudo de la Democracia, encaja perfectamente con el otro gran objetivo de la UE, que es invertir en una agenda de defensa europea más fuerte. Al igual que la OTAN, cuyo tratado fundacional llama a defender la democracia, la libertad individual y el estado de derecho por medios militares, la UE está vinculando firmemente ambas cuestiones. Y con razón. Con la agresión de Rusia en Ucrania, las tensiones crecientes con China y un resultado incierto de las elecciones estadounidenses, la erosión democrática se ha convertido en el factor determinante del aumento de la inseguridad global.
Sin embargo, para que su Escudo de la Democracia funcione en un mundo cada vez más autocrático, el mandato de la UE debe ir más allá de un enfoque exclusivo en la protección de las democracias europeas. La capacidad de la democracia europea para prosperar sin obstáculos depende en gran medida de cómo su vecindario y el resto del mundo adopten valores similares. De hecho, desde los tiempos de Immanuel Kant, la teoría de la paz democrática ha sostenido que las democracias electorales no luchan guerras entre sí.
Por tanto, Von der Leyen debería adoptar el triple objetivo de defender la democracia en su país, en el vecindario europeo y entre sus socios democráticos globales. El Libro Blanco sobre el Futuro de la Defensa Europea, cuya publicación anunció cien días después de su segundo mandato, es el lugar donde debería articular por primera vez este Escudo Democrático de tres niveles.
En casa, la presidenta de la Comisión tiene mucho trabajo por delante. El pasado mes de diciembre, Von der Leyen lanzó su paquete de medidas de defensa de la democracia. Aunque la mayor parte de la atención se centró en la legislación para frenar la financiación extranjera a las ONG europeas, el verdadero plan para su segundo mandato se encontraba en las recomendaciones sobre resiliencia electoral y promoción de la participación ciudadana. Estas incluían propuestas para una participación más inclusiva, integridad electoral, observación electoral y lucha contra la financiación extranjera.
A través de estas recomendaciones, la UE está dando forma a su papel como creador de normas electorales a escala europea. La Comisión se da cada vez más cuenta de que el retroceso democrático en países como Hungría y Eslovaquia se debe no solo al desmantelamiento del Estado de derecho, sino también a una integridad electoral débil. Unos órganos electorales capaces e independientes, unas normas de financiación política bien definidas, una mejor observación electoral y una mayor pluralidad de medios de campaña pueden impedir que líderes malintencionados se apoderen de los procesos electorales.
La segunda capa del Escudo de la Democracia de la UE se centraría en la vecindad de la UE, gran parte de la cual se enfrenta a amenazas directas o encubiertas de Rusia y sus aliados. Al igual que las asociaciones de defensa de la OTAN con los países asociados, la Comisión podría intensificar su apoyo a la defensa de los sistemas políticos de los países de la ampliación. La lucha contra los ciberataques en las campañas electorales, la lucha contra la desinformación, la prohibición de la financiación extranjera y el fortalecimiento de la observación electoral son la forma más segura de proteger a sus vecinos inmediatos de las amenazas externas a sus democracias.
Bajo el liderazgo de Kaja Kallas, la nueva y lúcida jefa de política exterior de la UE, y la próxima comisaria de Ampliación de la UE, la UE puede presentar un ambicioso paquete de defensa de la democracia para los países candidatos. Si una victoria de Trump en noviembre reduce el apoyo de EE. UU. a la región, el liderazgo democrático del bloque en Europa del Este se volverá aún más esencial.
Bajo la tercera capa del Escudo de la Democracia, la UE debería seguir apoyando el fortalecimiento de la democracia en el Sur Global. Tiene una oportunidad especialmente en democracias débiles y regímenes híbridos, donde los ciudadanos piden una mayor rendición de cuentas por parte de los gobiernos. Este mismo verano, los jóvenes se rebelaron contra los aumentos injustificados de impuestos en Kenia y derrocaron a un autócrata de larga data por la discriminación laboral en Bangladesh. Esas aperturas ayudan a la UE a hacer avanzar la democracia mediante la fuerza de los ciudadanos, fomentando un mundo con una mentalidad más afín que abrace los mismos valores universales.
En este tramo externo del Escudo de la Democracia, la UE debería volver a vincular más estrechamente las cuestiones de democracia y seguridad. Un número cada vez mayor de jóvenes africanos vinculan de manera preocupante el apoyo a valores democráticos como la rendición de cuentas y la transparencia con el apoyo al gobierno militar. En lugar de complacer a los dictadores militares, como hacen Rusia y China, el apoyo de la UE a la defensa de las elecciones puede demostrar que asegurar la democracia está en manos de los ciudadanos y no de los soldados. La resaca de la expulsión de las fuerzas europeas en el Sahel no debería verse como un elemento disuasorio, sino como una lección de cómo gestionar la seguridad interactuando directamente con los ciudadanos insatisfechos con décadas de élites políticas irresponsables.
Por último, este tramo global del Escudo de la Democracia debería dar prioridad a los socios del Sur Global que comparten las prioridades de seguridad de la UE. Por ejemplo, la UE podría vincular más fuertemente su apoyo a la democracia con aquellos que firmaron el Plan de Paz de Ucrania, como Ghana, Filipinas y Guatemala. Después de todo, comparten las opiniones de la UE sobre cómo los valores democráticos universales están vinculados a la seguridad global y, por lo tanto, deberían recibir los beneficios de una mejor protección de sus democracias.
El documento de Von der Leyen sobre el Futuro de la Defensa Europea sería más sólido si, como el tratado fundacional de la OTAN, hiciera de la democracia la piedra angular de su política de seguridad. Pero para proteger la democracia en casa, la UE necesita luchar contra un mundo cada vez más autocrático no solo internamente, sino también en su vecindario y a nivel mundial. El Escudo Europeo de la Democracia es una oportunidad para poner en práctica estas triples ambiciones.