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BOLIVIA — La región andina está cada vez más complicada: cuatro de sus cinco países atraviesan crisis de diversos grados, un panorama económico-social complejo que se ve agravado por el fuerte embate del coronavirus (Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela), mientras en Colombia la pandemia también se dispara en número de contagios y muertos, y el arresto domiciliario del expresidente Álvaro Uribe, y de su abogado, ordenado por la Corte Suprema de Justicia, en una causa por fraude procesal y soborno, tensó al máximo el ambiente político.
Mientras los familiares de las víctimas de ejecuciones del ejército celebraban esta detención, el presidente Iván Duque hacía una incondicional defensa de su mentor político y proponía llevar adelante una profunda reforma judicial; defensa y propuesta que desataron una ola de críticas desde la oposición. Por su parte, el partido del ex presidente, centro democrático, solicitó la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Como bien ha dicho el editorial de El País, el arresto de Uribe “pone a prueba la madurez política” de Colombia y, agrego yo, la confianza en el sistema judicial.
Bolivia atraviesa una transición cada vez más compleja. El gobierno interino de Jeanine Añez está desgastado y enfrenta una dura oposición de parte del Movimiento al Socialismo (MAS), que controla ambas cámaras del Congreso. Nuevos escándalos de corrupción, un mal manejo de la crisis sanitaria y una creciente polarización alimentan este cóctel explosivo.
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