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Las siete trampas de América Latina

December 02, 2022 • De parte de Javier Corrales

Recientemente el Financial Times publicó un artículo sobre la pésima actuación económica de América Latina en la última década. 

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

 

El artículo cita a José Manuel Salazar-Xirinachs, el nuevo director de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, una agencia de las Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile, afirmando que el promedio de crecimiento desde el 2014 es de 0,8 por ciento. Esto es muy por debajo inclusive de la tasa ya pésima de 2 por ciento de los años 80, época conocida como la década perdida de América Latina.  

Es decir, la región viene creciendo menos que en su peor momento desde la postguerra. Otro artículo también reciente en Foreign Affairs de Will Freeman predice que esta mala racha de la región se va extender por el resto de la década. 

La verdad es que no es solo en la época actual que a la región le va mal. La región desde los 60 viene siempre decepcionando económicamente.

Por ejemplo, durante la era de mayor crecimiento económico (los 60 y los 70) —la famosa era de sustitución de importaciones— el crecimiento se produjo con mucha deuda, inflación alta, y mínimas exportaciones de manufactura.  Ello hizo que surgieran estados insolventes, sociedades con desigualdades inigualables por otras regiones, y economías carentes de competitividad.

La segunda mejor época fue tal vez la del 2003 al 2014. Pero resultó ser decepcionante también.  Conocida como la era del neoextractivismo, porque el crecimiento de la región se basó mayormente en exportaciones de commodities extraídos del suelo (minerales, hidrocarburos, plantas), esta época trajo crecimiento alto al principio, pero muy bajo después.  No hubo inversiones en otros sectores, y cuando se derrumbaron los precios de los commodities, las economías entraron en crisis, y la pobreza repuntó.  Mejor ejemplo de “auto-erase” difícil de encontrar. Al final, el promedio de crecimiento del neoextractivismo no fue mucho mejor que el de la era neoliberal de los 90.

No cabe duda que las economías latinoamericanas se encuentran en algún tipo de trampa.

En épocas buenas, el crecimiento no es tan alto, sostenible, ni promotor de competitividad.  Y en épocas malas, las caídas son cataclísmicas.  Hay mucha volatilidad económica, y las caídas son siempre más agudas que los saltos.  Solo una tendencia es estable:  la productividad.  La misma es establemente baja, con lo cual, la región sigue quedándose atrás.

En mi opinión, no es una, sino al menos siete las trampas que explican por qué el desempeño de la región siempre decepciona.  Las resumo a continuación. 

  1. La trampa de ingresos medios.  Latinoamérica ni es tan pobre ni es tan rica.  Tiene ingresos medios en términos globales. Esto es un problema a la hora de integrarse a la economía global.  Significa que los costos de mano de obra y los costos de hacer negocios son altos (más altos que en los países pobres), pero las habilidades no son tan altas como en las economías avanzadas.  Con este perfil de costos y habilidades, el difícil competir a nivel global.
  1. La trampa anti-globalización.  Excepto en México, ningún país Latinoamericano tiene una estrategia sobre cómo insertarse en la nueva tendencia de la globalización de los últimos años—sumarse a la cadenas de suministro.  Esta tendencia consiste en fabricantes que contratan a fabricantes menores en otros países para que elaboren componentes intermedios.  Ése ha sido el éxito de Asia y Europa Oriental de las últimas dos décadas—sumarse a estas cadenas.  En cambio, ¿qué hizo América Latina?  O condenar la globalización o enfocarse exclusivamente en venderle commodities a China. Vaya desperdicio.  Sin vínculos a las cadenas de suministro, la región pierde oportunidades de desarrollo. 
  1. La trampa fiscal.  La mayoría de los países de la región recauda muy poco y muy mal.  La mayoría de los impuestos se concentran en las empresas o el consumo; muy poco se recauda de ingresos personales.  Hay mucha actividad económica en la informalidad, que es lo mismo que decir, impuestos no recaudados. Resultado:  una base impositiva insuficiente y distorsiva.  Todas las economías avanzadas del mundo recaudan mucho más como porcentaje del producto que América Latina.  El estado en la región, por lo tanto, siempre está falto de recursos. Con estados cortos de fondos, olvídense de estados capaces.  Y sin estados capaces, el desarrollo sufre.
  1. La trampa educativa.  En la región hay mucha escolaridad, lo cual es bueno, pero la escolaridad es mala, lo cual es una desgracia.  Todas las pruebas internacionales demuestran que el aprendizaje en las escuelas a nivel primario es pésimo, muy por debajo de promedios internacionales (en lectura, matemáticas, y habilidades socioafectivas).   Los niveles de retención son bajos también. Y la profesión de docentes no atrae a las personas que mejores notas sacan en las escuelas.  Cuando la primaria es débil, es poco lo que puede lograr la secundaria.  Sin calidad de aprendizaje, la trampa del ingreso medio se vuelve todavía más profunda.
  1. La trampa del crimen.  La gran maravilla de la región, tan asombrosa como la transición a la democracia de los 80, es el declive de las guerras civiles.  Las guerrillas latinoamericanas, tan dominantes en los 50 y los 60, están en extinción.  Pero en cambio, la criminalidad está en auge.  Es la gran ironía de la región, y su gran tragedia—paz civil con violencia social.  En este clima de criminalidad, los derechos de propiedad todos se encuentran vulnerables.  Con derechos de propiedad vulnerables, la región ahuyenta las inversiones.
  1. La trampa populista.  Desde los 2000s, la región ha visto el colapso de partidos políticos des-radicalizadores de demandas sociales.  En su lugar han quedado o han surgido partidos populistas, extremistas, y anti-tenocráticos. Si llegan al poder, estos partidos se dedican mayormente a justificar la concentración del poder por parte del presidente. Quitan a técnicos en la burocracia y ponen a ideólogos partidarios.  El problema es que mientras más poder de decisión se concentre un solo señor, y menor el número de técnicos, mayor es la probabilidad de cometer errores económicos, y menor es la probabilidad de corregirlos.  Sin partidos des-radicalizadores, la economía tiende a la volatilidad y caídas profundas.
  1. Y por último, la trampa de la anti-diversidad.  La región ha visto el surgimiento de leyes nuevas que procuran proteger a grupos demográficos históricamente marginados:  las mujeres, las personas de color, y gente LGBTQ.  Fantástico logro—impensable hace 30 años.  Pero poco a nada se ha hecho para incluir a estos mismos grupos demográficos donde más se necesitan:  en posiciones de liderazgo en el sector privado.  Son muy pocas las mujeres, los no-blancos, y gente LGBTQ visibles como directores de empresas (CEOs), directores de finanzas (CFOs), miembros de juntas directivas, inclusive gerentes a nivel medio.  Es importante repetirlo.  Un sector privado cuyo liderazgo no está diversificado—en sociedades tan diversas como las latinoamericanas—es una calamidad.  Con este perfil del sector privado, se propaga un sentimiento anti-empresarial entre muchos sectores, y prevalece un empresariado poco incluyente e imaginativo en servicios y productos. 

Seguro hay más trampas.  Pero para mí, estas son las principales.  No las descubrí yo. Son ampliamente conocidas en mi campo de las ciencias políticas.  No todos los países están igualmente atrapados, pero hasta las mejores economías de la región enfrentan varias de estas trampas.

No es un misterio por lo tanto que el crecimiento de la región siempre defraude.  Podemos hablar de mareas rojas, rosadas o las que fuere. Pero lo cierto es que ningún modelo económico ni ideología de las últimas dos décadas ha logrado (o intentado) sacar a la región de estas trampas.

 

Este artículo fue cedido para ser publicado en Café Semanal Latam.

 

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Acerca de los autores

Javier Corrales
Profesor de Ciencias Políticas en Amherst College
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