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Elecciones durante el COVID-19: Consideraciones sobre cómo proceder con precaución

March 19, 2020 • De parte de Ingrid Bicu, Peter Wolf

Con más de 70 elecciones nacionales programadas para el resto del año en todo el mundo, la pandemia del coronavirus (COVID-19) está poniendo en tela de juicio si algunas de estas elecciones sucederán a tiempo o no. 

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La rápida evolución de la situación ha generado graves interrupciones en múltiples estratos de la sociedad, con un gran impacto en la vida política, colocando a los líderes mundiales en la posición de tomar decisiones rápidas y críticas basadas en la información que emerge cada hora. 

En tal situación, los parámetros constitucionales y legales deben manejarse con cuidado. Se deben tener en cuenta los consejos diarios de los epidemiólogos y funcionarios de la salud pública. La preocupación pública por el abuso del aplazamiento de las elecciones por motivos políticos reales o percibidos debe tomarse en serio. Cualquier intento por parte de un gobierno en el poder de extender "no democráticamente" su propio mandato debe ser mitigado. 

En el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) hemos identificado una serie de consideraciones y recomendaciones claves para tomar decisiones informadas. Nos hemos basado en un análisis de las evoluciones actuales en todo el mundo y en nuestros estudios comparativos previos sobre elecciones en situaciones de crisis y en la Herramienta en Gestión de Riesgos Electorales.

 

EVALUAR RIESGOS E IMPLICACIONES

El objetivo principal de los procesos electorales es entregar resultados electorales fiables. La credibilidad se logra a través de un proceso electoral técnicamente bien ejecutado, con una amplia participación y resultados confiables que infundan legitimidad en los funcionarios electos. 

Dependiendo del grado de interrupciones generadas por el COVID-19, organizar elecciones puede ser muy difícil o incluso imposible. Por ejemplo, la producción y distribución de papeletas electorales, cabinas de votación, sellos y otros suministros necesarios durante el proceso pueden verse seriamente afectados por las medidas impuestas para limitar la propagación del virus. Además, existe una alta probabilidad de que los trabajadores electorales sientan miedo de infectarse o infectar a otros y, por lo tanto, no desean asumir sus roles críticos. Por otro lado, la escasez de trabajadores electorales (calificados) puede conducir a déficits técnicos. 

En el mejor de los casos, las elecciones democráticas se caracterizan por una alta participación y niveles iguales de participación de los diferentes segmentos de la sociedad. De esta forma, se evita que el resultado de una elección sea conformado de manera desigual por algunos grupos sobre otros. Existe el riesgo de que la decisión de celebrar una elección, según lo programado, a pesar del brote de la pandemia, pueda perjudicar su legitimidad general al reducir la participación electoral. Sin embargo, debido a la necesidad de una exposición limitada a grupos grandes y el distanciamiento social preventivo, es poco probable que los ciudadanos abandonen sus hogares para votar debido a sus problemas de salud y los de sus familiares. 

También existe un gran riesgo de que los disuadidos de votar sean en su mayoría de los grupos de mayor edad con enfermedades subyacentes. Por lo tanto, la legitimidad de las elecciones puede verse afectada por restricciones injustas, impuestas a ciertos segmentos de la sociedad. 

La votación en persona fuera del país puede resultar particularmente desafiante en términos de organizar elecciones en el extranjero y ejercer el derecho a voto de los ciudadanos debido a las posibles restricciones impuestas por los países anfitriones. Esto también contribuiría a perjudicar la legitimidad de las elecciones. 

 

CONSIDERAR SOLUCIONES ALTERNATIVAS

Se pueden incorporar rutinas de salud y seguridad en los procedimientos relacionados con las elecciones para proteger al personal electoral y a los votantes. Si las instrucciones de salud pública recomiendan evitar reuniones y abstenerse de la proximidad a otras personas, como en el caso del COVID-19, la participación se vuelve más difícil en una elección basada en un centro de votación, donde el acto de votar requiere la presencia física de quienes lo expresan. 

Las disposiciones electorales especiales que permiten a los ciudadanos emitir sus votos a distancia, a través de la votación por correo, Internet y tecnología móvil, pueden reducir los posibles riesgos de salud relacionados con el voto en persona. Por lo tanto, se debe considerar la implementación o el desarrollo de métodos de votación alternativos, mientras se evalúan sus implicaciones logísticas y su viabilidad en las circunstancias actuales. 

Si se adoptan métodos alternativos para la votación a distancia, los votantes deberán estar informados y educados sobre cómo y cuándo usarlos. En una situación de bloqueo total, como la impuesta por numerosas naciones en respuesta al brote del COVID-19, se debe adaptar una campaña de información para llegar a los votantes a través de los medios tradicionales (TV y radio) y en línea. 

 

CREAR UN PROCESO INCLUSIVO PARA TOMAR DECISIONES

Si bien la pandemia del COVID-19 aporta dimensiones únicas a las decisiones sobre la celebración o aplazamiento de las elecciones, muchos aspectos del proceso de toma de decisiones son típicos de cualquier emergencia nacional. En muchos países, las disposiciones constitucionales durante el estado de emergencia incluyen el aplazamiento de las elecciones, pero también hay estados donde lo primero no implica necesariamente lo segundo. La toma de decisiones es más sencilla cuando las constituciones o las leyes explican con claridad las condiciones bajo las cuales las elecciones pueden suspenderse o posponerse. Sin embargo, incluso en estos casos, es normal que exista un amplio grado de interpretación en la aplicación de las normas. 

Al igual que en otras crisis, deben implementarse mecanismos de consulta y comunicación interinstitucionales entre agencias. El grupo de consulta debe estar integrado por autoridades electorales y de salud pública. Se han de sopesar cuidadosamente los riesgos de seguridad pública, las restricciones y procedimientos constitucionales y las implicaciones democráticas. 

En circunstancias extremas como la provocada por el actual COVID-19 en muchos países, la celebración de elecciones podría desviar recursos humanos y materiales de actividades más urgentes y potencialmente vitales. 

 

SALVAGUARDAR LA DEMOCRACIA

Las elecciones son la oportunidad para que los ciudadanos confirmen, eliminen y reemplacen a un representante electo o gobierno. La decisión de posponer una elección suspende los derechos políticos y, como tal, socava el contrato social entre un gobierno y sus ciudadanos. 

En esencia, tanto proceder con las elecciones mientras la pandemia COVID-19 no está contenida como posponerlas, conlleva riesgos para los tomadores de decisiones. Si bien esta última puede ser la opción más factible y responsable desde la perspectiva de la salud pública, dicha decisión puede originar otros riesgos. Los gobiernos deben ofrecer vías claras que guíen cómo las instituciones y participantes existentes pueden proceder durante el período de extensión y cuándo se restablecerán las rutinas electorales normales. 

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Acerca de los autores

Ingrid Bicu
Seconded National Expert (PEA Romania)
Peter Wolf
Principal Adviser, Elections and Digitalization
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