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El balotaje colombiano: dos vencedores y una dulce derrota

June 27, 2018 • De parte de Daniel Zovatto
Crédito foto: Registraduría Nacional del Estado Civil
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La segunda vuelta de las elecciones presidenciales colombianas –un duelo librado entre los extremos del espectro político- quedó zanjada el pasado domingo 17 de junio con dos claros vencedores: Iván Duque y Álvaro Uribe, y una dulce derrota: la de Gustavo Petro.

Esta vez las encuestas no se equivocaron y el derechista Duque, que ya había ganado la primera vuelta, se impuso en el balotaje sobre el izquierdista Petro por una diferencia significativa de 12 por ciento : 53,98 por ciento versus 41,81 por ciento. Un triunfo que en el ámbito regional refuerza el predominio que las fuerzas políticas de centroderecha vienen obteniendo en América del Sur.

Por su parte, la derrota de Petro bien podría ser calificada como “dulce” ya que por primera vez la izquierda colombiana logró disputar un balotaje, traspasó la barrera del 40 por ciento de los votos  y obtuvo el apoyo no solo de la izquierda sino también del centroizquierda que en la primera vuelta prefirió apoyar a Sergio Fajardo. Con este resultado, el candidato de Colombia Humana, desde su curul de senador queda muy bien posicionado para ser no solo el líder de la oposición sino también una figura clave para las presidenciales de 2022.

Los retos de Duque

Las prioridades del gobierno de Duque, quien asume el próximo 7 de agosto, pasan por cuatro retos principales y un objetivo estratégico: lograr la unidad de un país muy polarizado.

El primer desafío es garantizar una exitosa implementación de los acuerdos de paz. “Esta paz que añoramos reclama correcciones” dijo Duque, quien ha prometido que si bien no va a hacer “trizas” los acuerdos sí les va a introducir  importantes cambios que, de concretarse, van a generar fuertes tensiones, sobre todo con la antigua guerrilla.

El segundo reto radica en asegurar la gobernabilidad política. Si bien Duque cuenta con una bancada sólida, habrá que ver cómo se desarrolla la relación política con su mentor Uribe, quien desde su banca de senador, buscará influir en la marcha del Gobierno. La conformación del gabinete será un primer test para que Duque deje en claro que es él el que está a cargo.

El tercer desafío guarda relación con el proyecto reformista (economía naranja) que busca modernizar la economía haciéndola más competitiva, pro empresariado, con menos impuestos y menos informalidad. Una propuesta que enfrenta serios retos debido a la compleja herencia que Santos deja en lo económico y en lo social, en especial la elevada desigualdad.

El cuarto reto pasa por la compleja relación que su gobierno mantendrá con el régimen autoritario de Nicolás Maduro -a quien califica de “ilegítimo”-; relación estrechamente vinculada a la evolución de la crisis política que vive ese país, y a la espera de ver cómo la grave situación socioeconómica y el creciente flujo de personas que abandonan Venezuela termine impactando en Colombia.

Resumiendo: las primeras elecciones presidenciales del posconflicto con las FARC fueron las más pacíficas en la historia del país, confirmaron que Colombia sigue siendo un país de centro-derecha, las grandes maquinarias clientelistas regionales salieron derrotadas, se caracterizaron por un alto nivel de participación electoral (52 por ciento), y por primera vez, una mujer, Marta Lucía Ramírez, ocupará la Vicepresidencia de la República.

Pero por sobre otro, ha sido un proceso que, como bien señala Ariel Avila, se caracteriza por una paradoja: lo pacífico del proceso electoral es consecuencia directa de la política de paz del presidente Santos, pero resultó vencedor (y en ello radica la paradoja) la fuerza política que con mayor tenacidad se opuso a esa política de paz.

Este artículo fue originalmente publicado en Perfil.

Acerca de los autores

Ex miembro del personal - Daniel Zovatto
Director for Latin America and the Caribbean
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