De cara al balotaje, Argentina disputa entre dos modelos de país
La Argentina se encuentra en la recta final de un proceso electoral largo, organizado en tres tiempos y con escenarios muy dinámicos. En esta instancia de balotaje, tenemos dos fórmulas. Por un lado, se encuentra la fórmula de la Libertad Avanza, liderada por Javier Milei, economista libertario, y acompañado por Victoria Villarruel, una activista ultraconservadora. Su plataforma es conservadora radical; en lo económico propone medidas libertarias como la dolarización, la eliminación del Banco Central y todos los subsidios estatales y, en lo político, propuestas como la desregulación de la portación de armas, venta libre de órganos y la militarización de cárceles. No solo ha sido radical la plataforma de campaña, sino su tono. Milei ha liderado actos con una sierra eléctrica, ha utilizado insultos reiterados con sus contrincantes, y ha hecho declaraciones muy polémicas, como la caracterización de los crímenes de la última dictadura cívico-militar como “excesos”, idéntica a la utilizada por los propios genocidas.
Enfrente se encuentra Sergio Massa, actual ministro de Economía, acompañado por Agustín Rossi, jefe de Gabinete de Ministros del mismo gobierno, representando a Unión por la Patria, una coalición que aglutina al panperonismo. Esta fórmula propone un modelo neodesarrollista basado en el equilibrio fiscal y la promoción de las exportaciones. Presenta, a su vez, como pilares de su programa, la redistribución del ingreso, la defensa de la educación y la salud pública. El estilo de campaña ha estado focalizado en mostrarse sobrio y con experiencia, en un intento de contrastar con el de Milei, mientras se ha posicionado ajeno a los problemas de gestión y la crisis económica de su propio gobierno.
Camino al sillón de Rivadavia
El proceso eleccionario ha sido largo, cambiante y todavía de resultado incierto. Para empezar, hay que resaltar que estas elecciones se han dado en un contexto muy especial que ha marcado su ritmo. Por un lado, este año se han cumplido 40 años del triunfo de Raúl Alfonsín en las presidenciales de 1983, hito que inauguró el período democrático más largo en sus dos siglos de historia. En este ciclo, el sistema democrático se ha mostrado legítimo, con importantes conquistas, y resiliente a crisis económicas y políticas de todo tipo. Sin embargo, paralelamente, con una inflación preocupante del 140%, el 40% de los argentinos bajo el nivel de pobreza y casi una década de estancamiento económico han generado una sensación de hartazgo y apatía frente a la clase política. En este trasfondo es en el que se han jugado las opciones políticas en disputa. Cada candidato ha explotado estas dimensiones lo máximo que ha podido.
Primarias
En el primer tiempo, las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), celebradas el pasado agosto, se dio un resultado parejo de tres tercios entre fuerzas políticas, con algunas sorpresas. Por un lado, el primer puesto de un outsider político, el libertario Javier Milei con casi el 30% de los votos. Asimismo, sorprendió Patricia Bullrich, gracias al apoyo del ex presidente Mauricio Macri, venciendo al alcalde de la Ciudad de Buenos Aires, Rodríguez Larreta, en la interna de Juntos por el Cambio. La coalición oficialista obtuvo algo más que el 27% de los votos, teniendo como ganador a Sergio Massa con el 21%. Un dato sintomático de estas elecciones fue que un 30% del electorado no concurrió a votar ese día.
Elecciones generales
En la campaña entre las primarias y las generales, sucedieron muchos episodios que mostraron escenarios confusos y cambiantes. Por un lado, Milei se expuso triunfante tras las primarias, amplió su base de apoyos y especuló con ganar en las generales en primera vuelta. En ese momento hasta empezó a coquetear abiertamente con el ex presidente Macri (y este con él). Por otro lado, Patricia Bullrich, si bien triunfante en su interna, no logró hacer pie en su narrativa de campaña (oscilante entre una postura radical antikirchnerista y otra más centrista frente a los exabruptos de Milei) ni tampoco en la incorporación activa del apoyo de los otros miembros de su coalición partidaria. Con el correr de las semanas, su figura se fue diluyendo y su campaña fue perdiendo protagonismo. Por otro lado, Sergio Massa logró la centralidad de su figura dentro de la coalición oficialista y, en tanto ministro de Economía, tomó medidas fiscales (cambio en el impuesto a ganancias y devolución del IVA) que fueron bien recibidas electoralmente.
Los escándalos mediáticos, los traspiés del gobierno y las corridas bancarias parecieron no ser determinantes en esta etapa, ya que en las elecciones del 22 de octubre, el binomio Massa-Rossi se impuso sorpresivamente con un 36% de los votos, mientras que Milei-Villarruel se estancaron en un 30%. Bullrich se desmoronó en un tercer puesto sin haber logrado siquiera capitalizar completamente los votos que sacó su coalición en las primarias. En esta instancia fue crucial la activación de los liderazgos peronistas en las provincias y el crecimiento de las personas que acudieron a votar.
Camino al balotaje
El tercer tiempo también se ha mostrado dinámico y con sorpresas, patrón que posiblemente sea la constante hasta el domingo 19 de noviembre.
Por parte de la Libertad Avanza, Milei logró el apoyo ahora expreso de su ex contrincante Bullrich y del ex presidente Macri. Este hecho, sumado al faltante de gasolina que sucedió en esos días post elecciones, le permitió a Milei cobrar nuevo protagonismo en la campaña. Sabiéndose favorito, el libertario ha eludido tener apariciones públicas para evitar errores no forzados.
En el campo oficialista, Sergio Massa enfrenta el inestable equilibrio de su estrategia: por un lado, mostrarse diferente al gobierno en el que ocupa un cargo preponderante y, al mismo tiempo, consolidarse como un político con experiencia, sobrio, de familia, frente al errático y temperamental Milei.
En la recta final, ambas fuerzas se vislumbran muy parejas. Con una leve preferencia de Milei, la mayoría de las encuestas muestran a ambas candidaturas dentro del márgen de error. En las últimas semanas han sucedido algunos hechos de trascendencia que podrían afectar el resultado final. Por un lado, se quebró la coalición de Juntos por el Cambio. Frente al apoyo unilateral de Macri y Bullrich a Milei, socios dentro del PRO y, sobre todo, de los partidos aliados como la UCR, la Coalición Cívica y otros, se han mostrado ofuscados con la decisión y prescindentes en la elección. En algunos casos, menores, han declarado su apoyo al massismo. Otro evento relevante es que el peronista antikirchnerista Juan Schiaretti, quien obtuvo el 8% de los votos en las generales, se ha mostrado prescindente, y con algunos guiños hacia Milei. Sin embargo, algunos intendentes y líderes de su fuerza han manifestado su apoyo explícito hacia Massa. Finalmente, este domingo pasado sucedió el debate televisivo entre ambos candidatos. Este ha obtenido un rating no lejano al de la final del mundial de futbol. Durante el debate, el consenso, aun en medios de comunicación tradicionalmente opuestos al peronismo, fue que Massa dominó claramente el debate.
"Es difícil predecir el resultado final. Ya quedan cada vez menos indecisos, y los que quedan no es claro hacia qué lado se inclinarán."
¿Seguirán los votantes las voluntades de sus dirigentes?, ¿los votantes radicales o schiarettistas privilegiarán su antikirchnerismo o su miedo a Milei?, ¿los indecisos irán a votar o se quedarán en sus casas? Cambios en cada una de estas variables serán determinantes del resultado final.
Lo que es más fácil de predecir son los escenarios a los que se enfrentarán, en caso de ser vencedores. Ambos partirán de una gran debilidad y con mecha muy corta. Se harán cargo de una economía en crisis, una inflación en aceleración, el pesado lastre del endeudamiento con el FMI y una sociedad sin paciencia. Si gana Sergio Massa, se enfrentará a la necesidad de reinventar su propia coalición, con fuerte peso del kirchnerismo, y a medir sus posibilidades de hacer el “gobierno de unidad” que propone. Su apuesta se centrará en la recuperación de la mano de los granos, el litio y el petróleo de “Vaca Muerta”, de modo que le brinde oxígeno fiscal para impulsar su agenda económica y social. En el supuesto de Milei, es también complejo. En caso de ganar, enfrentará un problema serio de gobernabilidad. Su partido sólo tendrá 38 bancas (de 257) en la Cámara de Diputados y 7 (de 72) en el Senado; y carecerá de apoyo territorial al no tener gobernadores propios y sólo un puñado de alcaldes. Asimismo, es una incógnita cuán radical será efectivamente su agenda y su retórica en el gobierno, y qué nivel de resistencia social, institucional e internacional tendrá para llevarla a cabo.
Esta discusión la dejamos pendiente para el 20 de noviembre.
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