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Cuba 2022: ¿extraño caso o crisis de transición?

December 09, 2022 • De parte de Rafael Hernández
Cuba

Las protestas callejeras tienen en común el malestar de la gente. Sus causas eficientes son, sin embargo, muy disímiles: el atropello por la intolerancia religiosa o política, la reclusión forzosa para detener de un tajo la Covid; la escasez y la hiperinflación; el rechazo a la represión gubernamental, a la invasión rusa a Ucrania o al gobierno de Ucrania; la exaltación pública de legados dictatoriales, la desigualdad creciente, el aniversario de una masacre, la negación de derechos humanos, digamos, el aborto. En 2022, ocurrieron en Teherán, París, Santiago de Chile, Beijing, Praga, Sri Lanka, Madrid, Moscú, La Habana, Moldavia, Bagdad, Los Ángeles.

Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.

Represión y arrestos arbitrarios son respuestas gubernamentales en diversos tipos de sociedades y regímenes políticos. También son muy diversas, sin embargo, la intensidad de las protestas así como de la fuerza de la ley y el orden puestas en juego: la masividad de los manifestantes, el número de miles de efectivos policiales en la calle, el uso de medios antimotines duros, golpes y arrestos indiscriminados, incendios, asaltos a tiendas y oficinas de gobierno, piedras, cañones de agua, hasta acordonamientos y despliegues intimidatorios; desde cientos y miles de muertos, hasta ninguno.

Veranos: 2021 y 2022

La llegada del verano en la isla siempre incrementa la tensión económica y social. Las vacaciones recargan el gasto familiar, la demanda de transporte local, el consumo de energía, de alimentos, la concurrencia a lugares públicos; y el calor contribuye a la irritación y el malestar. No es raro que en esa época del año hayan ocurrido protestas callejeras, como la del 5 de agosto de 1994 y la del 11 de julio de 2021; o crisis migratorias, como la de los balseros; ni que algunos analistas políticos vaticinaran que este año se iban a repetir las manifestaciones callejeras de 2021. 

"Hay indicadores preocupantes de que las autoridades están repitiendo las tácticas represivas que utilizaron durante décadas y también durante la represión de los manifestantes del 11 de julio del año pasado," declaró Amnistía Internacional. Sin embargo, lo particular las protestas del verano anterior fue precisamente que no ocurrieron "durante décadas," ni tampoco los arrestos de cientos de manifestantes. ¿Son comparables las protestas de 2022 con los acontecimientos de 2021?

En 2021, las protestas no fueron un relámpago en un cielo despejado, más bien respondieron a una tormenta perfecta: depresión económica acumulada; impacto de la Covid en 2020-2021; caída de la oferta de bienes de consumo, especialmente de alimentos; impacto del intento de reunificación monetaria, y otras fallidas medidas de reforma, que desembocaron en alta tasa de inflación; deterioro de la infraestructura de generación eléctrica; mantenimiento de las medidas económicas restrictivas de EEUU, en particular de remesas y visitas a la isla; caída del turismo extranjero; apagones generalizados. Sin embargo, tomaron al gobierno por sorpresa. Hubo un muerto, en medio de un enfrentamiento físico directo con un grupo que intentaba someter a un policía. Aunque los excesos de fuerza no se justifican, la falta de experiencia de la fuerza policial cubana en enfrentar manifestaciones como aquellas fue un factor que influyo en el control de la situación. 

Según variadas fuentes, los arrestos se estimaron en más de mil, y las causas judiciales en más de 700. Los cargos principales fueron asaltos contra tiendas (más de 43 en todo el país), vehículos y estaciones de policía, desorden público, vandalismo, intento de sedición.

En su primera reacción, el gobierno culpó directamente a la oposición, apoyada por el gobierno de EEUU. Pero luego reconoció que muchos manifestantes eran gente desesperada por la situación. Los programas de atención a los barrios pobres se priorizaron, se multiplicaron espacios de diálogo con representantes de la sociedad civil, se pusieron en vigor medidas de reforma como la legalización de las empresas privadas pequeñas y medianas, etc. Pero la crisis económica a nivel de la sociedad no se logró reducir.

Por el contrario, algunos acontecimientos de 2022 contribuyeron a su agravamiento. Un incendio destruyó en agosto la base de supertanqueros en el puerto de Matanzas, agudizando la falta de combustible. Al final del verano, un huracán que no parecía tan peligroso devastó la provincia de Pinar del Río y dañó considerablemente a la capital y las otras provincias occidentales. Más de 50.000 viviendas quedaron completamente destruidas o dañadas.

Tanto el incendio de los supertanqueros como el huracán crearon una situación propicia para volver a poner a Cuba en el radar de la política de EEUU. En esta coyuntura humanitaria, los grupos que pugnan por un cambio en la política de EEUU se reactivaron. 

El factor estadunidense es parte del cuadro político doméstico cubano en más de un sentido.  Por ejemplo, un grupo de intelectuales activos dentro de los grupos de oposición se dirigieron al presidente Biden para pedirle que condicionara la ayuda humanitaria a la isla a que el gobierno cubano hiciera los cambios políticos que ellos reclaman.

Esta ideologización de la ayuda humanitaria tuvo un efecto contraproducente sobre la influencia de quienes promueven cambios dentro del sistema, ya que fortalece a los de línea dura, dándoles argumentos para desconfiar del diálogo político, externo e interno. Según estos opositores, la única ayuda humanitaria q se debe permitir para que "el régimen no tome fuerza" es solo la dedicada a "salvar vidas estrictamente en peligro inminente". Esa oposición es independiente del gobierno de Cuba, pero muy dependiente de los planes de "regime change". Esta postura los deslegitima también ante los cubanos que no son ni militantes ni revolucionarios. 

Son estos quienes alimentan a Amnistía, afirmando que en Cuba hay "más de mil ciudadanos presos por manifestarse y expresarse como lo hacen los pueblos de otros países latinoamericanos."

Ahora bien, sí hubo manifestaciones de calle en la isla, aunque menos que en 2021, pero sobre todo en un clima muy diferente.  A diferencia de las del verano anterior, estas transcurrieron en un ambiente más normal, tanto de parte de los que protestaban como de las fuerzas de la policía. Fue evidente que estas tenían instrucciones de evitar en todo lo posible enfrentamientos violentos, de no intentar dispersarlos, e incluso, de socializar con los manifestantes.

A diferencia de 2021, las protestas no llegaron a La Habana a la zaga de las manifestaciones en otras ciudades y pueblos, sino se originaron en la propia capital, a raíz del huracán Ian, y de la pérdida de alimentos en los hogares por la falta de electricidad. Igual que en el verano anterior, la prolongación de los apagones fue un factor detonante en todas partes.

En lugar de policías y tropas especiales, esta vez aparecieron dirigentes del Partido Comunista en los municipios, quienes escuchaban las quejas de los vecinos reunidos, trataban de convencerlos sobre el pronto restablecimiento de la electricidad, y de disuadirlos de permanecer sonando calderos en medio de la calle, a oscuras.

Hubo incidentes causados por grupos antimanifestantes identificados como " brigadas de respuesta rápida," pero estos fueron minoritarios y esporádicos. Del lado contrario, los activistas políticos que aprovecharon para intervenir en las protestas y pintar letreros de "abajo la dictadura" o gritar "libertad" también fueron poco representativos.

En comparación con el año anterior, el gobierno fue más capaz de manejar la situación, que también resultó menos explosiva de lo que se esperaba, dada la crisis y su impacto en la vida cotidiana. Muchas fueron microprotestas, que no alcanzaron la convocatoria instantánea que tuvieron las de 2021. Si hubiera habido una oleada de manifestaciones y de arrestos como los de 2021, Amnistía tendría las cifras y hasta los nombres de los arrestados.

En contraste con la prensa antigobierno, la cobertura informativa de la prensa extranjera, como CNN, AFP, y su reflejo en los medios, contribuyó a trasladar una imagen más balanceada y ecuánime de lo que estaba pasando. Estos medios no cedieron al enfoque que la prensa de Miami intenta generalizar sobre lo que pasa en la isla.

Como parte del proceso de cambio y aprendizaje que involucra la transición en curso, una nueva normalidad política parece estar apuntando, de la que forma parte el derecho a manifestarse, a asociarse y a reunirse, según declara el artículo 56 de la nueva Constitución aprobada en 2019.

El factor estadunidense podría contribuir de manera significativa para seguir avanzando en esa dirección, y facilitar el paso a la democratización del sistema. Quienes se resisten a esta normalización, y preconizan los enfrentamientos violentos, deben tener mucho que perder en esa democratización.

Acerca de los autores

Rafael Hernández
Politólogo, profesor e investigador cubano
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