Costa Rica y El Salvador: a segunda vuelta
Costa Rica y El Salvador experimentarán una apasionante segunda vuelta en sus respectivas elecciones presidenciales porque, el pasado 2 de febrero, ninguno de los candidatos alcanzó los votos necesarios para evitar el balotaje: 50%, El Salvador; 40% Costa Rica.
La incertidumbre se cierne sobre estos países: la situación política en ambos sigue siendo muy volátil y su solución definitiva está lejos de definirse. En Costa Rica, la diferencia es mínima (1.4%) entre el ganador, Luis Guillermo Solís del opositor Partido Acción Ciudadana (PAC), y el segundo más votado, el oficialista Johnny Araya del Partido Liberación Nacional (PLN). En El Salvador, el vencedor, actual vicepresidente y candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) Salvador Sánchez Cerén, parte como favorito al llevar una ventaja de 10 puntos sobre el opositor Norman Quijano, de ARENA.
Costa Rica
En Costa Rica, los resultados causaron una gran sorpresa, pues contradijeron a la mayoría de las encuestas, que sólo acertaron en que habría segunda vuelta. En lo demás se equivocaron: no sólo perdió el oficialista Johnny Araya (segundo lugar con 29.6%) sino que el más votado fue Luis Guillermo Solís del PAC (30.9%), quien ocupaba el tercer o cuarto lugar en la mayoría de los sondeos, muy por detrás de José María Villalta del Frente Amplio (FA), quien era el gran favorito para pasar a la segunda vuelta y que al final sólo obtuvo 17% de los votos.
En esta segunda vuelta (6 de abril), los ticos deberán decidir si otorgan un tercer mandato consecutivo al PLN (en el poder desde 2006) o si buscarán la alternancia de la mano del PAC. Solís parte como el claro favorito: primero por ser el más votado en la primera vuelta y, sobre todo, porque lleva una clara progresión ascendente; segundo, porque es quien tiene más posibilidades de conseguir una parte muy importante del caudal de votos recibidos por Villalta, con quien coincide en su rechazo al continuismo del PLN. En ese sentido, Solís tratará de demostrar que representa lo nuevo frente a lo ya conocido (el PLN).
Sin embargo, y por el momento, nada está definido de cara a la segunda vuelta. Araya lidera el partido más importante del país (si bien muy disminuido al haber perdido casi la mitad de su caudal electoral en sólo cuatro años), y se esforzará en captar el voto neoliberal del Movimiento Libertario (11%) y del conservador PUSC (6%), que claramente no lo ven como “su” candidato, pero lo preferirían para evitar un “giro a la izquierda” de la mano de Solís y con apoyo del FA. Hay que señalar, además, que de todos los candidatos que Araya pudo haber enfrentado en la segunda vuelta, Solís (ex militante del PLN) es el rival más complicado a vencer, ya que el candidato del PAC no despierta tanto rechazo entre los votantes de centro como lo hace el líder del FA.
Pero el mayor desafío para Araya se halla dentro de su propia fuerza política. El duro golpe electoral sufrido en la primera vuelta puso en evidencia la fricción que existe a lo interno del PLN, llegando al extremo de que algunos de sus miembros propusieron no participar en la segunda vuelta, lo cual Araya ha rechazado por razones políticas y legales.
Lo cierto es que los resultados muestran un país donde el modelo político y económico está en tela de juicio. El sistema partidario se encuentra en proceso de reconfiguración. En cuanto al modelo económico, el “Estado de bienestar” costarricense ha tocado techo, como evidencia el abultado déficit público (5.6%). Es necesario que se implemente una reforma integral capaz de reactivar la economía, generar más empleo y dotar al Estado de mayores y eficaces recursos para reducir la pobreza (20%) y disminuir la desigualdad.
La pregunta del millón es cómo hacerlo con un Parlamento tan fragmentado. En efecto, más allá de quien resulte electo, el próximo mandatario deberá enfrentar un serio problema de gobernabilidad debido al alto grado de fragmentación que tendrá la nueva Asamblea, integrada por nueve fuerzas políticas diferentes. De los 57 escaños que componen el Legislativo, la fracción con mayor número de diputados (18) es la del PLN, seguida de la del PAC (14).
El Salvador
A diferencia de Costa Rica, las elecciones salvadoreñas fueron sólo presidenciales y en ellas venció el candidato oficialista Salvador Sánchez Cerén (FMLN), quien quedó muy cerca de alcanzar la Presidencia en primera vuelta: 48.93% frente a 38.96% de Quijano.
Parecería que los 10 puntos de distancia y haber ganado en 13 de los 14 departamentos del país garantizarían la victoria de Sánchez Cerén en la segunda vuelta prevista para el 9 de marzo. Tanto Sánchez Cerén como Quijano esperan atraer 11% de los votos que reunió UNIDAD (coalición formada por la disidencia de ARENA-Gana y PCN, derecha, y PDC, centro) que llevó como candidato a Tony Saca, ex arenero y ex presidente (2004-2009).
En principio, las propuestas de mano dura contra la inseguridad ciudadana y las maras (el principal problema que padece el país junto con la pobreza, la desigualdad y una difícil situación económica) acercarían más a Saca y Quijano, aunque la personalidad del ex presidente y el pragmatismo de los partidos que lo respaldan (que anteriormente llegaron a pactar en el Legislativo con la ex guerrilla), pueden dar lugar a cualquier tipo de alianzas o situación para esta segunda vuelta.
De hecho Saca acaba de declarar que no respaldará a ninguno de los candidatos que pasaron a la segunda ronda, y dejó en libertad de hacerlo a los partidos y votantes que lo apoyaron.
Lo que veremos en las próximas semanas es una dura competencia entre el FMLN y ARENA a tres bandas: 1) afianzar los mensajes y estrategias de campaña para conservar el voto duro y movilizar y captar a los ciudadanos que se abstuvieron en la primera ronda; 2) conquistar el apoyo de los que votaron por la ex coalición de UNIDAD de Saca, y 3) articular alianzas políticas con otros partidos para aumentar el caudal electoral obtenido en la primera vuelta.
Mi opinión: El resultado de la segunda vuelta, tanto en Costa Rica como en El Salvador, es incierto. Ambos países tienen poca experiencia en las segundas vueltas: sólo en una ocasión, en El Salvador (1994), y también una única vez en Costa Rica (2002). La experiencia comparada regional evidencia que, generalmente, la segunda vuelta confirma los resultados de la primera y que el nivel de participación disminuye. Cabe señalar que en ambos países la abstención ha sido alta: 45% en El Salvador y 31.7% en Costa Rica, y de aumentar podría llegar a impactar en los resultados de la segunda ronda. Pero también importa recordar que la segunda vuelta es una nueva elección en la que, si bien influyen las tendencias de la primera ronda, no hay nada definitivo, existiendo siempre la posibilidad de la reversión de los resultados.
En resumen, la pugna central en ambos países reside entre el cambio y la continuidad, con mayor posibilidad (al día de hoy) de cambio en Costa Rica y de continuidad en El Salvador.