8M: Conmemoración con mirada al escenario electoral
El Día Internacional de la Mujer (8M) se conmemora este año en Paraguay en el marco de la campaña para las Elecciones Generales y Departamentales del 30 de abril 2023, en las que la ciudadanía elegirá a las autoridades del gobierno y del Congreso para los próximos 5 años.
Aclaración: Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Este comentario es independiente de intereses políticos o nacionales específicos. Las opiniones expresadas no representan necesariamente la posición institucional de IDEA Internacional, su Junta de Asesores o su Consejo de Estados Miembros.
El 8M visibiliza cada año a nivel global el estatus general de la ciudadanía de las mujeres y las desigualdades de género que persisten en la mayoría de las sociedades. En este escenario es ineludible la conmemoración con una mirada a la participación político-electoral de las mujeres paraguayas.
La participación de las mujeres en la democracia paraguaya ha tenido un avance sustantivo en la primera fase del periodo democrático iniciado en 1989. El reconocimiento de derechos, la consagración de la igualdad y la prohibición de la discriminación a nivel constitucional, la creación de normas de menor rango, como la cuota mínima de participación de mujeres en la ley electoral (1996) y los mecanismos institucionales para las políticas de igualdad de las mujeres (iniciados en 1992) son algunos de los logros. Pero estos avances iniciales no tuvieron los desarrollos requeridos a nivel de instituciones formales y no formales, donde se encuentran algunas claves que frenan el acceso de las mujeres al poder político.
Algunos retos para acortar las brechas de la representación política de las mujeres tienen que ver con la necesidad de fortalecimiento de los mecanismos de la institucionalidad electoral de género, que al momento son débiles o prácticamente inexistentes. La cuota del 20 por ciento instituida en el 1996 ha sido limitada para garantizar un mayor acceso a las listas electorales. Si en su momento esa ley se situó en línea con la evolución regional, hoy ha quedado claramente rezagada.
No obstante, al igual que en otros países de la región, el debate sobre las cuotas ha dado paso a la paridad como principio democrático y mecanismo permanente para asegurar una participación equilibrada de mujeres y hombres en el ejercicio del poder político. La elaboración de un nuevo proyecto de ley de paridad política es un tema de agenda de mujeres políticas de diversa adscripción partidaria organizadas en el Grupo Impulsor de la Paridad Democrática (GIPD). El avance de esta iniciativa dependerá de la correlación de fuerzas políticas comprometidas con la igualdad sustantiva. Otro tema es la falta de consideración de los intereses de las mujeres en las leyes de financiamiento político, particularmente en lo que atañe a la asignación de un porcentaje del financiamiento público para la promoción de los liderazgos de mujeres. Finalmente, es fundamental abordar la transformación de la cultura política y la eliminación de la violencia política hacia las mujeres por razones de género, arraigada en las normas no escritas y en prácticas discriminatorias y excluyentes de las mujeres del poder político, representado como espacio de dominio masculino.
El programa de IDEA Internacional, implementado con apoyo de la Unión Europea, ha tomado algunos de estos retos con acciones que buscan apoyar a las y los actores nacionales para crear condiciones y efectivizar los derechos políticos de las mujeres en la práctica, contribuyendo de este modo al fortalecimiento de la democracia. El apoyo ha puesto énfasis en el marco normativo, con la asistencia técnica al Senado y al GIPD para la elaboración del proyecto de ley sobre violencia política hacia las mujeres; el acompañamiento a la agenda de la paridad del GIPD, con la preparación de un nuevo anteproyecto de ley. La promoción y formación de liderazgos y del empoderamiento político de las mujeres es una apuesta del órgano electoral, a la que IDEA Internacional brinda asistencia técnica y acompañamiento desde 2018. El trabajo con el Ministerio de la Mujer ha priorizado la línea de capacitación de candidatas electorales, en alianza con la OEA/CIM, y la elaboración de un instrumento para la atención de casos de violencia política hacia las mujeres. Asimismo, se han apoyado diferentes iniciativas de promoción de derechos de las mujeres en alianza con organizaciones de mujeres de la sociedad civil.
Una mirada al escenario electoral muestra algunas señales que pueden llevar a un retroceso de la representación política de las mujeres. Esta conmemoración hace necesario visibilizar esas señales como también identificar los desafíos para seguir trabajando por lograr la igualdad sustantiva y el equilibrio del poder político entre mujeres y hombres.
Movilización y participación con baja representación
Estas elecciones generales se realizarán con importantes innovaciones electorales, como el desbloqueo de las listas electorales y el voto preferente introducidos en el sistema electoral, las leyes de financiamiento político y las herramientas institucionales creadas para hacer operativo el nuevo marco regulatorio, así como el ejercicio del voto con máquinas de votación. Esta será la segunda implementación de estas innovaciones electorales, la primera fue durante las elecciones municipales de 2021. Esta elección permitirá una valoración de los efectos de estos cambios en la calidad de la representación política y en el nivel de representación de las mujeres.
La participación de las mujeres en las candidaturas electorales fue incrementándose durante los diferentes ciclos electorales del periodo democrático. Aunque lento, el crecimiento fue constante, con un aumento promedio de 3,2 por ciento entre una elección y otra. Sin embargo, en el actual proceso electoral se produjo un cambio en esta tendencia, con una baja de 5,8 por ciento en el nivel de las candidaturas femeninas, pasando de 38,8 por ciento en 2018 a 33,0 por ciento del total de candidaturas para todos los cargos.
Interpretaciones sin perspectiva de género, en general argumentan que si las mujeres quieren ocupar espacios de poder deben participar más, que el éxito en la competencia electoral depende de la capacidad. Estos argumentos se sostienen en una noción de igualdad formal, que desconoce las condiciones de desigualdad social y política de las mujeres, con un peso estructural en las relaciones sociales de género. Estos argumentos han sido recurrentes durante los procesos legislativos desarrollados en torno al proyecto de ley de paridad (2018) y al de violencia política hacia las mujeres por razones de género (2021).
La creciente participación de las mujeres en la vida política ha dado lugar, a su vez, a un aumento de la violencia específica dirigida a las mujeres en la política por razones de género, con manifestaciones en tiempos electorales y no electorales, como los que se producen en el ejercicio de sus funciones de representación política, principalmente en ocasiones de posicionamientos políticos contrarios a los intereses dominantes. En reconocimiento a esta problemática, la Comisión de Equidad de Género del Senado, con el apoyo del Grupo Impulsor de Paridad Democrática, plataforma multipartidaria mujeres políticas, realizaron la presentación del proyecto de ley de violencia política hacia las mujeres en razón de género, que al momento ya fue aprobada en general por la Cámara de Senadores.
Aun cuando la participación de las mujeres se da en condiciones desventajosas, la realidad muestra que su militancia en los partidos políticos es activa y parte fundamental de sus recursos organizativos. En tiempos electorales las mujeres están en la organización y logística de los procesos, integran los equipos de campaña, se ocupan de la llegada a potenciales votantes, realizan el trabajo “casa por casa”. En el papel de agentes electorales actúan como autoridad de mesas receptoras de votos, integrantes de juntas cívicas, apoderadas y veedoras en la jornada electoral.
Como electoras su participación ha sido proporcionalmente más alta que los hombres. Aunque la diferencia es leve, muestra que las mujeres votan más que los hombres. Con pequeñas variaciones, esta tendencia se mantuvo en diferentes elecciones del periodo democrático.
Una mirada de conjunto a la participación política de las mujeres muestra una alta participación con bajos niveles de representación. La participación de las mujeres es alta en actividades de base, necesarias e importantes, pero alejadas de los espacios de decisión.
Habrá que esperar los resultados electorales para ver si las señales que dan el nivel de participación de mujeres y hombres en las listas electorales, junto con el comportamiento del voto preferente, cumplen el vaticinio de una baja en la representación de las mujeres en el próximo periodo constitucional. Cualquiera sea el resultado, los desafíos para la igualdad política de las mujeres se mantienen, habrá que recoger los retos, fortalecer las estrategias y seguir apostando al progreso de la democracia.