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2024 en palabras de la directora regional

En Venezuela todos los indicadores democráticos venían cayendo hace años
El cierre del Super Ciclo Electoral en América Latina y el Caribe, junto con las recientes elecciones en Estados Unidos, marca un momento crucial para reflexionar sobre los avances y desafíos de la democracia en nuestra región. Este periodo ha sido testigo de una participación ciudadana vibrante, pero también de retos significativos a la integridad electoral que debemos abordar con urgencia.

Uno de los aspectos más destacados ha sido la participación política de las mujeres. A pesar de los avances, la violencia política de género, especialmente en la esfera digital, sigue siendo una barrera para alcanzar una representación efectiva. Nuestro reciente documento: Violencia política de género en la esfera digital en América Latina revela cómo las plataformas digitales se han convertido en un campo de batalla donde las mujeres enfrentan ataques constantes que buscan silenciarlas y deslegitimar su participación. Es imperativo que tomemos medidas concretas para erradicar todas las formas de violencia política y aquellas basadas en el género, que impiden el pleno ejercicio de los derechos políticos de las mujeres.

El 2024 nos enseña que la digitalización y el uso de la inteligencia artificial en los procesos electorales presentan tanto oportunidades como desafíos, impactando significativamente en la forma de hacer política. La tecnología puede mejorar la transparencia y eficiencia de los procesos electorales, pero también generan nuevos y más complejos riesgos de ciberseguridad y equidad en la participación y representación. Es fundamental seguir trabajando para garantizar que estas herramientas se utilicen para fortalecer, y no socaven, nuestras democracias.

Un balance electoral de este año no puede ignorar el enorme impacto que tuvieron las elecciones generales en Venezuela; no sólo para su pueblo, sino para toda la región y el mundo. En un país en el que todos los indicadores democráticos venían cayendo hace años. Y, a pesar de las múltiples intervenciones e intentos por impedir una competencia equilibrada, las y los venezolanos acudieron masivamente a las urnas en tranquilidad, depositando su confianza en la posibilidad de buscar salidas institucionales y propias a una prolongada crisis política. 

La captura del proceso, la decisión de calificar la elección sin evidencia, impidiendo transparentar los resultados, han recibido repudio y condena internacional. Hoy, la posibilidad de recuperar la democracia venezolana sigue dependiendo de las y los propios venezolanos, pero también del apoyo que la comunidad internacional pueda entregar. Pero la vulneración fragante de la integridad electoral ha dejado enseñanzas más allá del país, mostrándonos la importancia de seguir protegiendo la autonomía de los órganos electorales y haciendo evidente que asegurar procesos y recursos técnicos adecuados no garantiza, en sí mismos, el éxito de una elección.

Al dar la bienvenida a un nuevo año lleno de retos, es esencial que mantengamos el compromiso con la resiliencia democrática y la protección de la integridad de las elecciones. En este sentido, me complace anunciar el inicio de dos proyectos de IDEA Internacional en América Latina que apuntan en este sentido. Uno destinado a fortalecer las capacidades e iniciativas de la sociedad civil, particularmente de los jóvenes y las mujeres, así como de los medios de comunicación en El Salvador, Guatemala y Honduras. Otro que buscará fortalecer ecosistemas democráticos para proteger la integridad electoral y combatir la violencia política de género en la esfera virtual de carácter regional.

Enfrentemos juntas y juntos estos desafíos con innovación y cercanía, trabajando incansablemente por una democracia más inclusiva y robusta en nuestra región.

Acerca de los autores

Marcela Rios Tobar
Director for Latin America and the Caribbean
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