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“Es muy importante mantener una comunidad internacional activa, pendiente de Venezuela”

September 05, 2024 • By Nicolás Liendo
Neida Colmenares, cientista política, magíster en Políticas Públicas y doctora en Gobierno de Administración Pública.
“Siempre he estado muy conectada con Venezuela, primero porque soy venezolana y porque conozco el proceso político desde mi pregrado y vivía en primera persona lo que fue la llegada del chavismo. Estos 25 años de deterioro progresivo, incremental, los he vivido de cerca”, relata Neida Colmenares, cientista política, magíster en Políticas Públicas y doctora en Gobierno de Administración Pública, quien reside en Chile desde hace 18 años.

Actualmente es académica de la Universidad Central en Chile y sus análisis han sido muy relevantes para entender la situación en Venezuela. Desde IDEA Internacional era fundamental abordar la crisis desatada tras la cuestionada elección del 28 de julio pasado y en esta primera edición de nuestro nuevo newsletter Democracia Hoy, conversamos con Neida Colmenares para analizar lo ocurrido y los posibles escenarios.

1. ¿Qué está ocurriendo en Venezuela? ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué pasó con la democracia venezolana?

En una Venezuela que vivía un proceso de crisis institucional, con un bipartidismo, hace 25 años aparece Hugo Chávez como una figura cercana al pueblo, que prometía cambios sociales importantes y subsanar una deuda que había con los sectores populares. Eso generó un huracán de cambios institucionales, donde lo más importante fue el cambio constitucional, la llamada Constitución Bolivariana, que fue muy celebrada por su amplio proceso de participación ciudadana. Sin embargo, hay cosas que se dicen poco. Quienes lo hemos estudiado y lo hemos vivido, sabemos que este proceso desde sus inicios excluyó a los sectores de izquierda de Venezuela. A esos partidos se les instó a conformar el Partido Socialista de Venezuela, que es el partido de gobierno, y esa fue una de las primeras señales de autoritarismo.

Otro aspecto importante fue que los ministerios empezaron a estar en manos de exmilitares que fueron nombrados directamente por Chávez. Esto de que las políticas públicas fueran lideradas por excoroneles o exgenerales era muy disonante también.

Ahora, pasados 31 procesos electorales en estos 25 años, se puede decir que el chavismo tuvo base social y ganaba elecciones, pero fue generando una institucionalidad muy autoritaria, con poco espacio de participación de la oposición, poca validación y reconocimiento de la necesidad de que existiera una oposición, que toda democracia necesita. Y así surge una cultura política que empezó a caracterizarse por la descalificación y por la violencia hacia el otro. El incremento de este discurso violento que criminaliza a la oposición, empezó a cambiar el escenario.

Un hito en ese sentido, fue el referéndum revocatorio que hizo Hugo Chávez para consultar una modificación constitucional que permitiera la reelección indefinida (el proyecto constitucional aprobado por los venezolanos no permitía la reelección indefinida, solo dos periodos). Ahí la oposición gana por primera vez, pero Chávez instala la práctica de las leyes habilitantes, que permiten hacer estos cambios con mayoría parlamentaria. Entonces, no solamente hemos tenido un chavismo que utiliza todos los recursos públicos del Estado para favorecerse en las campañas, un chavismo que amedrenta a funcionarios públicos y trabajadores para que voten a favor de ellos, sino que además la oposición gana un proceso electoral que luego es desconocido por una ley habilitante en el Parlamento.

Antes de morir, Chávez nombra a Nicolás Maduro como su sucesor. Lo que presenciamos los venezolanos fue un autoritarismo máximo: no estábamos en un sistema que estuviera funcionando en términos democráticos normales. Cuando gana por primera vez Nicolás Maduro también hay otro hito: empieza a disminuir la participación electoral histórica que habíamos tenido. Entonces, junto con el deterioro de la institucionalidad política, con una oposición criminalizada, empieza un deterioro económico tremendo y con ello, las olas migratorias, en las que el capital humano intelectual y más cualificado de la sociedad venezolana se fue del país.

Luego vino un segundo proceso electoral, el año 2018, en el que la oposición no participa, como una medida de presión. En el 2019 la oposición cambia de opinión y decide ir a las elecciones parlamentarias y gana, pero el chavismo desconoció los resultados y así llegamos al actual proceso electoral que ha estado lleno de irregularidades.

2. ¿Cuál es su evaluación del proceso electoral ocurrido en Venezuela el 28 de julio?

Ya sabemos que este proceso fue irregular y que más bien hemos podido constatar la situación de fraude. El Consejo Nacional Electoral y el chavismo pusieron todas las barreras posibles, incluido que de toda la diáspora con 4,5 millones de personas que tenemos derecho a votar, solo fueron habilitadas 65.000.

Hubo solicitudes para que participaran observadores internacionales certificados, imparciales, pero no se permitió. Tampoco se respetaron las fechas de las elecciones: estaban pensadas para diciembre del 2024 e intempestivamente cambiaron para el natalicio de Hugo Chávez, el 28 de julio.

Entre los obstáculos también se cuenta que María Corina Machado fue inhabilitada como candidata de la oposición. Frente a esa contingencia se inscribe a Edmundo González como candidato y las y los cientistas políticos estábamos viendo si iba a ser posible que María Corina pudiera transferir los votos, algo muy difícil en la política. Pero la campaña fue tan contundente y generó tanta movilización, tanta adhesión, que funcionó pese a todo. Fue una campaña brutalmente desigual, autoritaria y violenta por parte del régimen de Maduro. En las mejores proyecciones que teníamos, pensábamos que podíamos llegar a un 45% de participación electoral con 18 puntos a favor de Edmundo González. Bueno, la participación llegó a 60% con el 70% a favor de González.

La situación hoy es que la comunidad internacional y los organismos más serios y los venezolanos tienen claro que hay un fraude y no hay una disposición del régimen de Nicolás Maduro a presentar las actas y avanzar en un proceso de diálogo para la transición.

Y eso hace que el escenario sea muy difícil. El balance que tenemos es a lo menos de 2.229 personas detenidas en un mes y el 80 por ciento de esas personas, según han señalado los propios organismos de derechos humanos en Venezuela fueron secuestradas. Más del 10 por ciento son menores de edad, y entre el 12 y 15 por ciento son mujeres. Hay una violación absoluta de la institucionalidad en Venezuela.

3. ¿Cuáles son las opciones -y su viabilidad- para producir una salida democrática a la crisis que vive Venezuela?

Acá es muy importante mantener una comunidad internacional activa, pendiente de Venezuela y solicitando la aplicación de los instrumentos de sanción que están disponibles hacia Nicolás Maduro. La gente se siente asustada y tener una comunidad internacional que está hablando y declarando es algo que ayuda mucho desde el punto de vista de la contención emocional e institucional. Esa comunidad internacional tiene que seguir presionando respecto a la transición en Venezuela. Internamente los sectores políticos están haciendo esfuerzos por seguir movilizados, pero no es fácil.

Hay una fecha que nos tiene a todos expectantes y es que el 10 de enero debería formalmente asumir el nuevo presidente electo. Entonces la oposición ha tratado de plantear estos meses como un tiempo para insistir en un diálogo y poder negociar con el chavismo una salida.  

Si bien el escenario no es muy alentador, a Maduro le está costando sostener este fraude, porque ya no tiene base social. El 29 de julio vimos algo histórico para quienes hemos estudiado este proceso: quienes salieron a protestar en Caracas fueron los sectores populares históricamente chavistas. Entonces el chavismo hoy no tiene una base social, tiene un país con una economía destruida y no tiene capacidad institucional ni para proveer bienestar a sus bases sociales. Por eso, este momento es distinto a cualquier otro, porque Venezuela quiere un cambio y hay una cúpula chavista que, con represión, está tratando de someter a la sociedad.

4. De no lograrse una transición en el mediano plazo, ¿cuáles serían los efectos socio-políticos para la región?

Yo creo que no deberíamos abandonar la posibilidad de que la transición se concrete. Hay mucha actividad en Venezuela aunque no sea movilización en la calle -por la represión-, pero los sectores gremiales, las universidades, la dirigencia política están desarrollando formas de organización política.

Por eso, es tan importante que siga la presión internacional. Ahí la diáspora venezolana está teniendo un papel importante, porque está movilizada, haciendo el lobby político con los actores de los países. Además, constituye una fuente de ingresos importante para Venezuela, y un poder político y económico comprometido con el cambio.

Esto ocurre en un contexto migratorio adverso para los procesos de integración de los venezolanos en los países donde están, porque hoy en día los países también están en esta lógica de saturación de la migración, por lo tanto, también de restricción de medidas para la integración.

La decisión del régimen de mantenerse en base a la violencia y al aislamiento regional, incluso peleando con sus aliados como Colombia, México y Brasil, lleva a la pregunta cuánto tiempo va a resistir y qué va a significar eso en Venezuela. Yo creo que es un régimen que difícilmente se pueda mantener mucho tiempo.

 

Este contenido ha sido creado para la newsletter Democracia Hoy, creada por la Oficina de IDEA Internacional en América Latina.
 

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Nicolás Liendo
Nicolás Liendo
Oficial de programa para América Latina y el Caribe
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